Augusto Pérez está frente al problema fundamental de su vida: casarse o no. En la filosofía de Kierkegaard existen tres estadíos: el estético, el ético y el religioso, por lo cual casarse implica dejar el estadío estético y adquirir las responsabilidades que conlleva estar en el ético.
Augusto vive solitario, con Domingo y Liduvina, que son sus criados; él comparte algunas charlas con este matrimonio pero la mayor parte del tiempo vive solitario. Esta soledad se nota cuando el ser con el que suele intercambiar más diálogos es con su perro Orfeo. Su vida se ve nebulosa, por eso Unamuno quiere crear el género nívola, novela en donde la niebla de la vida se mezcla con la literatura.
En esta novela llena de niebla, un día Augusto sale a la calle a dar un paseo y decide seguir a un perro para ver dónde lo lleva; resulta que lo lleva hasta Eugenia, una mujer de la que se enamora con sólo verla. Y ahí empieza su carrera hacia la tragedia. Porque “el amor es hermano, hijo y a la vez padre de la muerte, que es su hermana, su madre y su hija.” según Unamuno.
Sigue a ésta hermosa mujer hasta su casa y logra hacerse camarada del ama de llaves a la que le entrega dinero a cambio del nombre de Eugenia. Pero ella sólo le crea ilusiones, al parecer intenta amarlo, pero no puede, ella ama a alguien más. Este vergonzosa tragedia es lo que le da vida al personaje.
Luego de esto Unamuno hace que su personaje hable con él, su creador. El personaje interroga a su creador sobre su existencia. Es ahí donde esta nebulosa novela nos permite la posibilidad de ver un diálogo de la criatura con su creador. La mirada de Unamuno tiene la intencionalidad de la fe, es la visión de alguien que desea darle vida a todo lo que ve, investirlo de magia y de misterio.
Porque yo nunca había visto una novela donde el personaje se saliera a hablar con el autor y el final fuera tan trágico y desesperante. Existe ahí la posibilidad para que el misterio sea descubierto por los lectores. Porque Unamuno nos deja pistas en sus obras de un pensamiento nebuloso, pero no por ella inacabado. Es sólo el principio de algo tan singular como su visión, pero que tiene tintes de universalidad que le permite lo auténtico de sus obras.
Diana Galindo Barajas.