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Santa Teresa: un camino poético.



Santa Teresa: un camino poético.

Diana Galindo Barajas

Santa Teresa nos muestra un camino de vida que la dirigió a la santidad, paso por

paso. Un método singular: la propia experiencia y el trabajo de buscar a Dios, pues

en en el “libro de la vida escribió constantes referencias al cultivo de un jardín

interior: “Ahora tornemos a nuestra huerta o vergel, y veamos cómo comienzan

estos árboles a empreñarse para florecer y dar después fruto, y las flores y claveles

lo mismo para dar olor. Regálame esta comparación, porque muchas veces en mis

principios (y plega al Señor haya yo ahora comenzado a servir a Su Majestad; digo

«principio» de lo que diré de aquí adelante de mi vida) me era gran deleite

considerar ser mi alma un huerto y al Señor que se paseaba en él. Suplicábale

aumentase el olor de las florecitas de virtudes que comenzaban, a lo que parecía, a

querer salir y que fuese para su gloria y las sustentase, pues yo no quería nada para

mí, y cortase las que quisiese, que ya sabía habían de salir mejores”(DE JESÚS,

Este libro muestra una riqueza espiritual enorme, en donde se ve una búsqueda

activa, se acerca a Dios y a la divinidad de Cristo por un camino seguro, pues

Tanto en el libro de la vida, como en las moradas santa Teresa nos enseña que a

través de un viaje a lo profundo de su conciencia y con una conexión espiritual con

Dios pudo descubrirse a sí misma y descubrir la verdad en una singular experiencia.

En sus descripciones hay intensos sentimientos que ayudan a empatizar mejor con

Me ayudaré de Unamuno para hablar de esto: “Nuestra filosofía, esto es, nuestra

forma de comprender o de no comprender el mundo y la vida brota de nuestro

sentimiento respecto a la vida misma” (M. de Unamuno, 1999)

Con esto se explica la filosofía como experiencia vital más allá de ser una actividad

humana cualquiera, cuando la responsabilidad que se tiene ante ella es tan grande

como según la relación y la conciencia que tenemos de ella.

Qué responsabilidad tan importante como la que se tiene cuando se hace

conciencia de Dios y se tiene el deseo de buscarlo y de experimentarlo en la propia

vida, como Santa Teresa. Gracias a la constante búsqueda de Dios Teresa encontró

un camino poético para el descubrimiento de su propio ser que es ejemplo de la

riqueza interior de una persona cuando despierta su conciencia espiritual en la fe

cristiana. Para Unamuno el cristianismo, es: "un valor del espíritu universal que tiene

sus raíces en lo más íntimo de la individualidad humana”. (M. de Unamuno, 1999)

Teresa descubre ésta individualidad mediante un trabajo de introspección de

búsqueda por relacionarse con lo divino. En El libro de la vida, hay ciertas imágenes

que tienen que ver con la acción de cultivar, con fértiles jardines donde el elemento

agua es muy presente: “Su Majestad arranca las malas hierbas y ha de plantar las

buenas. Pues hagamos cuenta que está ya hecho esto cuando se determina a tener

oración un alma y lo ha comenzado a usar. Y con ayuda de Dios hemos de procurar,

como buenos hortelanos, que crezcan estas plantas y tener cuidado de regarlas

para que no se pierdan, sino que vengan a echar flores que den de sí gran olor para

dar recreación a este Señor nuestro, y así se venga a deleitar muchas veces a esta

huerta y a holgarse entre estas virtudes.”. (DE JESÚS, 2015, pp78)

Poco a poco Teresa nos va guiando con poéticas descripciones de un mundo

interior que se ve entrelazado con el exterior de manera armónica, como se ve,

habla de un trabajo que ha realizado, del que forman parte las experiencias de

contemplación del mundo y de lo divino, en una relación que la lleva a escalas de

plenitud, lo cual es algo que todos buscamos. Según Aristóteles la finalidad del

hombre es la felicidad y la mejor forma de vivir es la vida contemplativa. Teresa

llegó a la contemplación de algo superior que muestra su majestad en la imágen

que nos ofrece del diamante: “10. Digamos ser la Divinidad como un muy claro

diamante, muy mayor que todo el mundo, o espejo, a manera de lo que dije del alma

en estotra visión, salvo que es por tan más subida manera, que yo no lo sabré

encarecer; y que todo lo que hacemos se ve en ese diamante, siendo de manera

que él encierra todo en sí, porque no hay nada que salga fuera de esta

grandeza.”(DE JESÚS, 2015, pp78)

Para mi esta es la imágen que tiene más fuerza, pues tiene otras que hablan de

aspectos de la vida cotidiana de la experiencia religiosa que son agradables y que

invitan al trabajo constante por cultivar el jardín interior lleno de virtudes o llaman a

“buscar al criador por las criaturas”, pues narra cómo ella se recreaba por la

contemplación y que le remitió a pensar en la divinidad de Dios que está en todas

las cosas. Con las palabras evoca, trata de ir más allá de los límites evidentes, con

la poesía como poiesis, esto es: como creación. “El lenguaje es la casa del ser”,

según Heidegger y a través de éste Teresa explica todo un mundo interior, formas

de un castillo que encontró en su interior: “se me ofreció lo que ahora diré, para

comenzar con algún fundamento: que es considerar nuestra alma como un castillo

todo de un diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos, así como

en el cielo hay muchas moradas.” (DE JESÚS, 2015, pp78)

Este mundo que describió poéticamente muestra que ante el aburrimiento y otros

demonios, existe Dios como fundamento y Cristo como ejemplo por excelencia de

perfección, que ella pudo contemplar en y desde propia su humanidad la divina

humanidad de Cristo. Empatizar con él transformó su forma de vivir su cotidianidad,

le dió una visión de Cristo que ofrece su mano en una relación de amistad, para

habitar en él: “Esta casa querría dar a entender aquí, que es Cristo. En una parte

me parece he leído u oído que nuestra vida está escondida en Cristo, o en Dios, que

todo es uno, o que nuestra vida es Cristo”.(DE JESÚS, 2015, pp78)

El camino de esta mujer es un ejemplo del arrobamiento de Dios, que da respuesta

a los que tenemos el anhelo de acercarnos a lo divino, en lo cual estoy de acuerdo

con Unamuno cuando dice que la universalidad es característica del cristianismo, es

el deseo de no morir: “Porque la conciencia, aun antes de conocerse como razón,

se siente, se toca, se es más bien como voluntad, y como voluntad de no morir.”

Es patente, esta voluntad de no morirse, pues el hecho de emprender algo implica

que tenemos cierto grado de fe. Así también es evidente para las personas que

tenemos facilidad para sorprendernos el hecho de intuir que hay otra dimensión en

las cosas que observamos.

La literatura y el cine nos ofrece otras posibilidades de acceder al mundo por medio

de imágenes, recurso que también está presente en la poesía, la poesía es

fantástica, según Octavio Paz, en El arco y la lira: “La poesía es conocimiento,

salvación, poder, abandono.”. Con esto ya es contundente, nos resume palabras

clave de la mística Teresiana como camino poético. El lenguajes es la casa de

Santa Teresa, por ella nos descubre la morada interior, un castillo de cristal, pero no

sólo eso, también en el Libro de la vida, nos relata las experiencias cotidianas,

particulares de una vida de fe, una vida de una mujer consciente, fémina que antes

era vanidosa, pero que luego orientó su actividad intelectiva a lo más alto, la poesía

en grado superior tiende a la mística, porque Dios es es el Summum bonum, lo más

alto a lo que podemos aspirar. Si toda poesía tienen un elemento de belleza, Teresa

nos dejó un legado poético que muestra la enorme belleza de la voluntad orientada

en cualquiera de las actividades humanas hacia un bien divino, aunque hay

diferentes grados y se requiere de más humildad para llegar a los superiores, en ella

veo un ejemplo de la realización de una vida artística, algo que expresó Nietzsche,

pero que ni se enteró, porque a pesar de que su filosofía también tiene imágenes

poéticas interesantes es otro singular camino, desconectado de esa enorme luz que

describe Santa Teresa. Así pues, cuando él habla de vivir una vida artística, de ser

creadores de nuestro destino, no alcanza a tener la fuerza que tiene Santa Teresa

en sus imágenes, o quizás sea cuestión de gusto, porque si bien hay una vitalidad

en su filosofía, también escribió con pasión, es un camino místico que no llega al

mismo lugar que la Santa.

Nietzsche hizo su propio camino que ha influenciado al pensamiento filosófico

moderno. Veo en él una voluntad sufriente que buscaba fortalecerse con las

experiencias dolorosas, lo cual no es fácil en la vida cotidiana. Santa Teresa nos

habla de la humildad que hay que tener para llegar al arrobamiento, a niveles

superiores de las moradas; es ver a través de los detalles, lo cual tampoco es fácil

cuando estamos embotados por la racionalidad, o por la voluntad mal dirigida.

Ambos tienen algo de agónico, sin embargo la agonía de Nietzsche es más violenta,

son formas diferentes de vivir y de luchar. Ambos tratan de cosas que no son

fáciles, desde dos ópticas que se asemejan pues ambos tienen sus batallas, sin

embargo gracias a lo escrito por Santa Teresa entendí mejor aquello que

mencionaba Nietzsche de vivir artísticamente en una dimensión a la cual la religión

le da sentido. Aquello de entregarse, de morir a sí mismo, es el quid de las

religiones de oriente, las cuales requieren de ejercicios constantes, para calmar los

deseos, sosegar la voluntad, vivir en paz. Sin embargo no creo que Teresa renuncie

completamente al mundo, pues la contemplación también es un medio para ella que

la hace entender que Dios está en todas partes: “Aprovechábame a mí también ver

campo o agua, flores. En estas cosas hallaba yo memoria del Criador, digo que me

despertaban y recogían y servían de libro; y en mi ingratitud y pecados.”(DE JESÚS,

Su experiencia requirió de esfuerzo, de virtud como fuerza, potencia ayudada de la

gracia de Dios, que la llevó a elevarse, a un nivel de contemplación superior y hasta

de entender secretos revelados, sentirse llena de gozo, no por la experiencia mística

por si sóla, que es una parte del camino nada más y no el fin mismo, pues continúa

su vida cotidiana de esta manera, con lo ya recorrido y en constante oración como

parte del camino místico y poético.